Algunas heridas sanan con el tiempo, pero mi mayor temor, es que otras no sanen jamás, y las arrastre toda mi vida conmigo.
Tengo miedo de haber cambiado, de no ser el mismo que cuando me alisté, aquel maldito 3 de junio de 1943.
No guardo remordimientos, he visto demasiado horror a lo largo de mi trayecto…
La guerra enloquece a los hombres.
Estoy totalmente corrompido, por los actos cometidos. Cada proyectil disparado, a cada cuerpo desprotegido, cada hermano abatido, cada enemigo destruido…
Recuerdo el terror inundar el rostro de mis compañeros, como el valor y la determinación se fragmentaban en miles de pedazos, como si chocasen contra un muro de sólido hormigón.
Recuerdo rostros agónicos pidiendo auxilio, recuerdo como la oscuridad arraigó en nuestros corazones, recuerdo como palabras como libertad, sacrificio o esperanza acabaron por perder todo sentido.
La guerra enloquece a los hombres…